México, que importa casi todo el gas natural que quema, se ha propuesto una misión un tanto sorprendente: convertirse en uno de los principales exportadores mundiales de combustible, y rápido.
Aunque las exportaciones de gas natural de México son inexistentes en la actualidad, ya que produce muy poco combustible de la planta de energía para satisfacer incluso sus propias necesidades internas, la proximidad física del país a las crecientes reservas de Estados Unidos lo posiciona bien para suministrar gas estadounidense a compradores hambrientos en Europa y Asia.
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